martes, 2 de junio de 2009

La muerte de John Lennon


El 5, un número trágico para el gran mito
Para John Winston Lennon el 4 y el 6 eran los números de su suerte.
El número 4: cuatro habían sido los componentes del grupo musical más famoso que ha existido en este planeta.
“The Beatles”
Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr, y él mismo, John Lennon.
Cuatro eran también las letras de su nombre –John- y de los nombres de las mujeres que tal vez más quiso en su vida, su tía –Mimí-, que cuidó de él desde los cinco años, cuando sus padres deshicieron el matrimonio, quedando bajo la tutela de esta mujer que fué la que le regaló su primera guitarra. Y –Yoko- su esposa con la que sin duda vivió sus momentos más intensos de lucha por las libertades. ¿Os acordáis de la foto desnudos?
El 6 fue también otro número favorito de John, porque durante la década de los sesenta (60) John Lennon y su grupo gozaron de una gloria y de un prestigio que, en un momento dado, le hicieron incluso blasfemar, incurriendo en un acto de soberbia impropio de su sensibilidad: “Somos Los Beatles, más populares que Jesucristo. Bueno, bueno, bueno sin comentarios… se lo voy a perdonar.
La década de los sesenta fué testigo de la pasión desatada de sus fans, que se contaban por millones en todo el mundo. Su música se tarareaba por todas partes, las letras de sus canciones se recitaban con auténtico fervor y la cantábamos todos aún sin saber inglés. La imagen del grupo y de cada uno de sus componentes, se conocían en todos los continentes e incluso imitábamos su apariencia con media melena, bigotillos, pantalones de campana etc...etc...
Pero si el 4 y el 6 eran los dos números de la suerte para Lennon, el número 5, en cambio, había de ser el de su perdición, su número negro: cinco fueron los años que el ex-Beatles había permanecido alejado de la música, cinco fueron las horas que estuvo su asesino (Mark David Chapman), esperándolo en la puerta de su casa para matarlo y cinco, finalmente, fueron las balas que vomitó aquel revólver, el fatídico día señalado en el calendario como el 8 de diciembre de 1980.
(Que coincide la con el cumpleaños de Mi Pepa, quizás por eso lo tenga más en mente).
Atrás dejaba el músico inglés, otra vez, cinco años de infierno, atrapado por el alcohol y las drogas.
Autor de auténticos himnos de paz, (la que ahora oimos Imagine), y de libertad, John Winston Lennon iba a morir en una ciudad cuyo más famoso monumento es La Estatua de la Libertad.
Cuando analizo su muerte, inmediatamente me surgen diversos interrogantes: ¿Fue obra de un demente aislado que elaboró el plan de un crimen horrendo? ¿Fue, acaso, un complot de esa clase de grupos, o de sectas, que contemplan con desconfianza a los espíritus libres, como indudablemente lo era John Lennon? ¿Fue algo preparado con intenciones económicas por alguien de su entorno? ¿Fue obra de la clase política del momento? No olvidemos que una administración a cuyo frente se hallaba Richard Nixon, intransigente con todo lo que oliera a hippies, a detractores de la política militarista desarrollada en Vietnam etc.…etc.… todo ello era considerado como enemigo público número uno de EE.UU. . Era una época en la que cualquiera podía ser considerado una manzana podrida. John Lennon era esa manzana podrida y su influencia entre los jóvenes resultaba nefasta para los intereses que desde el poder defendían los EE.UU.
Son preguntas que eternamente quedarán flotando en el misterio, aunque me reservo mi opinión, porque a mis años y después de intentar saber la verdad aún no lo he conseguido.
Pero este consuelo me sirve:
El saber que John Lennon sobrevivirá encerrado en un pequeño CD con una obra sin horizontes y sin fin para el futuro.
Gracias John por tu obra y por tu música.
I love you.

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